La seguridad de pacientes es un aspecto fundamental de nuestra
actividad asistencial. Atendemos a pacientes con los que interactuamos
continuamente mediante procedimientos y técnicas cada vez más
invasivas que suponen la posibilidad de hacer un daño no deseado
al paciente. Las úlceras por presión representan a la perfección esa
indeseada realidad.
Aunque los eventos adversos con consecuencias graves tienen su
peor cara en el sufrimiento de los pacientes y sus familiares (primera
víctima), no son solo ellos los que sufren y se ven afectados. También
son víctimas, aunque en un segundo plano, los profesionales (segundas
víctimas) que se ven involucrados directa o indirectamente en él. Estos
eventos adversos también pueden provocar la pérdida de prestigio
y disminución de la confianza en las instituciones sanitarias (terceras
víctimas).