La presencia de tejido desvitalizado y/o necrosado constituye uno de los principales obstáculos para que el proceso de cicatrización se desarrolle de una manera adecuada y óptima. Siendo no sólo una barrera mecánica que puede retardar el transcurso de la cicatrización, sino que además favorece el crecimiento bacteriano al ser un medio de cultivo ideal para los gérmenes, aumentando el riesgo de infección. Es de vital importancia conocer y determinar así como identificar el tipo de tejido que vamos a desbridar, el método adecuado y la preparación del propio paciente ante este procedimiento.